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CELEBRANDO EN FAMILIA en BRASIL… ECOS DE UNA HISTORIA

diciembre 9, 2016

En aquel tiempo… hace 145 anos, a las vísperas de la fundación de la Congregación de las Hijas de Jesús, Padre Herranz, con la Madre Cándida y primeras compañeras, decía:
“Se van a echar los cimientos de un edificio, cuya concepción no es humana, se debe a la inspiración divina, y cuya ejecución será a costa de sacrificios inmensos, por la mayor gloria de Dios y bien espiritual de las almas.”
Hoy… pasados 145 años, en la audacia del seguimiento de Jesus, nos reunimos como familia para celebrar eses “cimientos” que heredamos de nuestra querida Santa Cándida, el cual llevamos como en “vasos de barro”, no sin sacrificios inmensos y mucha labor, por la mayor gloria de Dios y bien de nuestros prójimos.
En aquel tiempo… continuaba  Padre Herranz, en su discurso de la fundación:
“Aquí tenéis estas cinco siervas de Dios que, amparadas por Jesucristo y cuyo nombre desean llevar, pues se llamaran Hijas de Jesús, y bajo la protección del mismo y de María Inmaculada, vienen a cultivar los jardines de la niñez y de la juventud femenina, por medio de la piedad y de las letras.”
Hoy… actualizando en el tiempo y en la historia esa hazaña del Espíritu, aquí estamos nosotras, celebrando en familia, uniéndonos, no solo a las cinco primeras, pero a todas las Hijas de Jesús del mundo entero, en los más distintos contextos de vida y misión, confortadas por la protección y guía de la Madre Inmaculada, estrella de nuestros caminos, a pesar y desde nuestras fuerzas e fragilidades, porque así entendemos que DIOS LO QUIERE.
En aquel tiempo… destacaba, aun, Padre Herranz en su alocución:
“Vienen solas, sin recursos humanos, fiadas únicamente en aquel que todo lo puede, porque Él y solamente Él fue quien ha inspirado…”
Hoy… aquí estamos nosotras, haciendo memoria de eses 145 años de vida y apostolado, pues Él continua convocándonos a “expresar con nuestra vida, que la fecundidad y el entusiasmo son propios de mujeres consagradas, en cualquier situación, edad y tarea a que nos dedicamos”, transformando las dificultades propias de nuestro tiempo en oportunidades de crecimiento y de confianza filial en la paternidad y misericordia de Dios que no abandona sus hijos y, así, seguir con pasión y alegría, dando vida.
“Aquel que nos llamó es fiel…” y si Él nos dio el DESEO del seguimiento de su hijo, nos dará también el PODER y la GRACIA de la fidelidad en nuestro tiempo y en nuestra historia.
Por eso, celebramos en familia, fortaleciendo en nosotras los lazos de Fe y de complicidad, deseando parecernos cada vez más con Jesus, como una hija parece con su padre.
Rezamos, con las palabras de Santa Cándida, a nuestra Madre y Patrona, en su fiesta solemne:
“Que la Virgen Inmaculada nos acoja bajo su manto maternal y nos comunique sus virtudes, con las cuales podamos ser unas VERDADERAS HIJAS DE JESUS, trabajando mucho por su gloria y bien de las almas, ganándolas a todas para Dios con nuestros ejemplos y enseñamientos”.
Salve, Inmaculada! Bendito sea Dios que tanto amor nos tiene!

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