Sencillez y verdad. Es lo que destilaban las palabras de Graciela Francovig, Superiora general, esta tarde en la clausura de la CG XVIII.
Recuerdo y agradecimiento. Es lo que flotaba en el aire en el aula al escucharlas.
Audacia y valentía. Es lo que sentimos que nos transmite el Espíritu, el que nos ha acompañado en todo el proceso vivido, desde los EE hasta hoy.
Comunión y pertenencia. Es lo que experimentamos como gracia derramada sobre nosotras y sobre la congregación.
Diversidad y unión. Es lo que llena de color nuestra vida en múltiples lugares, circunstancias, lo que da riqueza al mundo.
Envío y bendición. Es lo que hemos vivido en la eucaristía de esta tarde. Dios enviándonos a cada una de nosotras, a través de nuestras propias hermanas. Dios bendiciéndonos a cada una de nosotras para que seamos bendición para el mundo.
Algo se ha terminado. Pero hoy empieza todo. Nos encontramos en la vida, siendo sal y luz. Siendo nuestra mejor versión. Siendo junto a tantos hermanos y hermanas, amasando sueños, caminando juntos, construyendo Reino.