Porque ante la dramática situación en la que se encuentran miles de refugiados, a la espera de una decisión política que nunca llega y les permita ser reubicados en diferentes países miembros de la U.E., no podemos, ni debemos, mantenernos callados…
Es preciso alzar la voz, para denunciar la enorme injusticia que se está cometiendo con todas estas personas, con nuestros hermanos y reclamar así que nuestro país y el resto de países miembros, abran sus fronteras y les acojan… Por eso hoy, desde aquí, queremos compartir esta breve reflexión que nos ha llegado desde la secretaría de “Solidaridad y Misión” de los Claretianos de Bética. Un punto de partida para no vivir sin corazón, ni descorazonados…
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En lo que llevamos de 2017 más de 50.000 personas que vienen huyendo de la guerra o del hambre han sido rescatadas en el Mediterráneo. Cada día aparecen en los medios de comunicación nuevas noticias sobre dichos rescates, aunque cada vez se les dedica menos tiempo, cada día son menos noticia. Desde el comienzo de este año, más de 1.500 personas han muerto intentando cruzar el Mediterráneo y éstas son sólo las que se saben, puesto que el número de las que desaparecen o cuyos cuerpos vuelven a las costas africanas y no se registran es mucho mayor.
Asimismo, más de cinco millones de personas han huido de la guerra de Siria, de las cuales más de 500.000 malviven en campos de refugiados en Grecia, Italia y Centroeuropa; sufriendo el frío, el calor, pero sobre todo el olvido, puesto que estas familias ya ni siquiera son noticia. Y la guerra continúa, por lo que estas cifras aumentan día a día.
Los países de la Unión Europea se comprometieron en 2015 a acoger a unos 90.000 refugiados; entre ellos España, que se propuso acoger a unos 17.000. Esto que aparentemente parece un acto de solidaridad no es más que un cúmulo de migajas ante la inmensa cantidad de personas que huyen de esta guerra. Tanto es así que estos números resultan irrisorios si lo comparamos con la voluntad de acogida que han tenido países mucho más pobres y con menos recursos que los nuestros, como Líbano (que ha acogido a un millón de personas), Jordania (más de 600.000) o Irak que, con todos sus problemas, ha acogido a más de 200.000.
Pues bien, a día de hoy ni siquiera se cumplen estas migajas y, a menos de dos meses para que finalice el plazo de compromiso, el Gobierno de España sólo ha acogido un 7,5 % de la cantidad comprometida; es decir, solamente unas mil personas frente a las 17.000 a las que se responsabilizó.
Los católicos no podemos permanecer impasibles ante estas realidades. La acogida de estas personas debe ser un reflejo fundamental de nuestro vivir cristiano, así como una responsabilidad de la que no podemos desentendernos como si no fuera con nosotros, porque sí que nos incumbe:“
Tuve hambre y no me disteis de comer; tuve sed y no me disteis de beber; era peregrino y no me acogisteis;… Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento o peregrino y no te asistimos? Entonces les responderá: En verdad os digo que cuando dejasteis de hacerlo con uno de estos más pequeños, también dejasteis de hacerlo conmigo.
Quizás podemos pensar que de manera individual no tenemos medios para acoger a estas personas, pero sí que podemos al menos ser voz de los sin voz y exigir a nuestro Gobierno que cumpla con su palabra de acoger a las personas a las que se comprometió.
Por ello, desde los Misioneros Claretianos de la provincia Bética, denunciamos el incumplimiento de este compromiso humanitario y exhortamos a las autoridades a que cumplan lo asumido en la acogida de personas refugiadas del conflicto sirio. Igualmente, solicitamos que pongan todo el interés y los medios necesarios para acabar con la sangría de muertes en el Mediterráneo y las condiciones inhumanas en la que vive tanta gente en campos de refugiados y Centros de Internamiento de Extranjeros.