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“Seguir a Jesús y estar al lado de los pobres es una misma cosa” – Día de Antoñita

Abr 27, 2025 | FASFI, fi, Hijas de Jesús, Juventud, Liturgia - oración, Noticias

27 de Abril, Beata María Antonia Bandrés Elósegui, Hija de Jesús.

Hoy celebramos el día de Antoñita, como conocemos cariñosamente a nuestra Beata María Antonia Bandrés, Hija de Jesús. (Tolosa, 6 de marzo de 1898- Salamanca, 27 de abril de 1919)

Esta fiesta de Antoñita, este año 2025 se entreteje con otras celebraciones y acontecimientos. Nos sentimos invitados a acercarnos al “entramado de esos hilos” y su significado para nuestras vidas.

  • Es segundo domingo de Pascua
  • Es el Domingo de la Divina Misericordia
  • Acaba de ser sepultado nuestro querido Papa Francisco.
  • 27 de abril del Año Jubilar Peregrinos de Esperanza. Jubileo de los adolescentes.
  • Se cumple una semana desde el comienzo de la CGXIX. Con Él, camino de Esperanza.
  • Y es día de la Beata Mª Antonia Bandrés (Antoñita), patrona de las Hijas de Jesús en etapas de Formación inicial y modelo de vida para la FASFI

Con esta “composición de lugar”, vamos a pasar por el corazón algunas pinceladas de esta dimensión de compromiso con los pobres, de la vida de Antoñita, que nos ayuden a “reflectir para sacar algún provecho” para nuestra vida hoy. 

Conocer de dónde le viene a Antoñita su amor y servicio a los pobres nos puede ayudar a cada uno de nosotros a desear conocernos más, crecer como personas y darnos cuenta de que la vida nos la jugamos en lo que hacemos con lo que somos… pues nuestras cualidades y límites puestas al servicio del bien y empeñándonos en nuestro proceso de crecimiento pueden dar mucho amor y ayudar a muchas personas. 

La primera característica del temperamento de Antoñita que los testimonios coinciden en señalar y de un modo más reiterado sus familiares es su extremada sensibilidad, una sensibilidad que con todo lo que supone de riqueza y de don, era también una auténtica molestia para quienes convivían con ella. Su propia madre, probablemente en uno de esos momentos de especial cansancio, llegó a exclamar: “Ay, hija mía, ¡cuánto vas a sufrir con ese carácter!, ¡que chiquilla más fastidiosa!

Su madre no se equivocó al intuir que su hija iba a sufrir en la vida, pero sí lo hizo al atribuir la causa principal de dicho sufrimiento a su modo de ser. María Antonia logró vencerse de tal manera que su trato se hizo agradable a todos cuando se acercaban a ella.

Lo que sí la hizo sufrir fue su gran sensibilidad. Su corazón, que “sentía mucho las cosas”, apasionado y siempre abierto de par en par para los demás y para Dios, difícilmente podía quedar impasible. Pero, igualmente, esa misma sensibilidad la dotaba de una riqueza que ella bien supo aprovechar.

 No cabe duda de que la sensibilidad es un don porque nos capacita para el diálogo con la realidad, tanto la propia interna como la que está más allá de nosotros mismos, porque nos permite sintonizar con todo cuanto nos rodea y tomar conciencia de ello; porque nos proporciona intuición y empatía con las necesidades deseos y sentimientos de los demás. “Sentía mucho las cosas” decían de ella, y por eso, sintiéndolas como propias, se ponía rápidamente en movimiento para consolar, ayudar, aconsejar o incluso romper barreras sociales.

Un testigo nos cuenta:

“Había en el pueblo una vieja repugnante y solía ir por la noche a la iglesia. Todos huían de su presencia, pero Antoñita se acercaba a ella y con un cerillo iluminaba su libro para ayudarle a leer en su libro de rezos. Ella le cogía el libro y se lo leía. Cuando por la calle encontraba pobres o ancianos siempre tenía alguna palabra de consuelo para ellos.  

“Había una costumbre de que al ir al colegio las chicas gratuitas iban por una acera y las de pago iban por la otra (…) Antoñita acompañaba por su acera a las chicas pobres”

Son muy numerosos los testimonios que nos hablan de su disposición al servicio y al trabajo, cualquier trabajo, a cualquier hora y sin hacer distinción de personas. No buscaba ningún tipo de reconocimiento; su deseo era servir, a todos y cuanto más mejor, porque era lo que había hecho su amado Jesús y esa era una de las formas privilegiadas para parecerse a Él. Por eso su disponibilidad era absoluta, en casa con sus padres y con las criadas, con sus amigas, con las obreras del sindicato, con cualquier persona necesitada.

“Era de veras trabajadora. Siempre le gustaba ayudar a las criadas y qué bien lo hacía” (…) ayudaba constantemente a las chicas (…) cuando creíamos que estaba dormida, se levantaba y se iba a la cocina a ayudarlas a limpiar la vajilla, el calzado, etcétera”.

De mano de su madre, Antoñita se introdujo en el mundo del trabajo. Dentro de los distintos sindicatos, que operaban entonces en el mundo obrero, estaba el católico, en el que desplegó una gran labor social. Trabajó con entusiasmo en la formación de las obreras: atendía en las primeras horas de la noche a unas veinte jóvenes trabajadoras. Las instruyó en la lectura y la escritura en las labores de aguja y otros trabajos caseros, también les enseñaba canciones religiosas o del folklore vasco, rompiendo así el ritmo de otros quehaceres más monótonos. Pero no era esto todo: a través de este centro de estudios, las conoció personalmente, se hizo su amiga, supo de sus problemas y se interesaba por cada una de ellas en particular.

A las trabajadoras que querían le daba clase también de catequesis: ella no desperdiciaba ocasión de acercar a las personas a Dios. ¡Y con qué naturalidad lo hacía! A esta labor entregaba lo mejor de sí misma.

¿Qué refleja de ti este aspecto de la vida de Antoñita? ¿A qué te sientes invitado/a?

Hijas de Jesús
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