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El Papa a los consagrados: “en el silencio de la clausura su oración es un don para la Iglesia”

octubre 28, 2016

“La vida consagrada es un don para la Iglesia; nace, crece y está orientada a toda la Iglesia”, lo dijo el Papa Francisco a los participantes en el Congreso Internacional para Vicarios Episcopales y Delegados para la Vida Consagrada, a quienes recibió en Audiencia en la Sala Clementina del Vaticano.
El Evento organizado por la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, tendrá lugar en Roma, en el Auditorio de la Universidad Pontificia Antonianum, del 28 al 30 de octubre de 2016.
En su discurso, el Santo Padre agradeció a todos los Obispos por la atención e importancia que dan a la Vida Consagrada en cada Iglesia particular. A los participantes en el Congreso, el Pontífice los invitó a reflexionar sobre tres aspectos de la Vida Consagrada: “La Vida Consagrada en las Iglesias particulares, la formación de nuevos Institutos y las mutuas relaciones entre los Pastores y los consagrados”.
Refiriéndose al primer punto sobre la Vida Consagrada en las Iglesias particulares, el Obispo de Roma señaló que es un don para la Iglesia la presencia de los consagrados. “La vida consagrada – dijo el Papa – expresa emblemáticamente y con una fuerza particular el aporte de un don carismático al sacerdocio bautismal y al sacerdocio ministerial, y como tal, se coloca en la dimensión carismática de la Iglesia”. Por ello, compete a los Obispos acogerlas con gozo y gratitud, mostrándoles benevolencia, paternidad y amor.
Sea antes y también después del Concilio Vaticano II, han surgido y continúan a surgir diversos Institutos de vida consagrada, afirmó el Papa Francisco al comentar el segundo punto de su reflexión. “El Espíritu Santo no cesa de soplar donde quiere y cuando quiere”, por ello, es responsabilidad del Obispo diocesano discernir y reconocer la autenticidad de los dones carismáticos para erigir en la Diócesis los Institutos de vida consagra subrayando que esto no se puede hacer sin un sereno y adecuado discernimiento que tenga en cuenta “la originalidad del carisma, la dimensión profética, su inserción en la vida de la Iglesia particular, así como también la comunión afectiva y efectiva con esta comunidad local y con la Iglesia universal; así mismo su compromiso en la evangelización y en la dimensión social de cada Iglesia particular”.

Publicado en Radio Vaticana

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