Paula Aramburu y Ekhiñe Olano han estado como voluntarias de FASFI 4 meses en el Valle de Elías Piña (en República Dominicana). Su experiencia acabó en febrero y sus testimonios pueden ayudarnos a crecer.
¿Cómo puede una mirada hacernos sentir tan vulnerables? ¿Qué tiene más poder, una mirada o una palabra? No estamos acostumbrados a mirar a la gente a los ojos, ¿qué tememos?
Al principio, todos sentimos miedo y timidez al mirar fijamente a la otra persona y eso fue exactamente lo que sentimos en el primer momento en el que nuestra mirada se cruzó con la de ellos.
Un saludo y una gran sonrisa hacían esquivar las miradas. Poco a poco esas miradas se fueron convirtiendo en amor, en abrazos y en protección, hasta hacernos sentir el calor del hogar. Te sientes protegida ante todo y simplemente la mirada era el principal método de relacionarse. Después de eso todo fue a más. Hablamos de las sensaciones y sentimientos más bonitos y gratificantes que hayamos tenido nunca, de estar inmersas en una realidad que jamás pensamos que estaríamos y sobre todo, de la gente que hace que esta experiencia sea maravillosa e inolvidable. Esa gente que no necesita gran cosa para ser FELIZ, esa gente que cada vez que te ve te saluda y te regala la sonrisa más grande que hayas contemplado nunca, esa gente que se preocupa por ti antes que por ellos mismos.
Podemos decir que estos cuatro meses que hemos pasado en El Valle hemos vivido de todo, situaciones para las que no tenemos palabras suficientes para describirlas. Ese momento en el que te das cuenta que l@s muchach@s están aprendiendo a leer, que empiezan a respetarse entre ellos y sobre todo, cuando ves que se ayudan mutuamente es algo maravilloso, al fin y al cabo, esos pequeños detalles son los que marcan la diferencia.
“¿Qué necesito para ser feliz?” es una pregunta que a menudo mucha gente se hará sin encontrar la respuesta, pero una vez que has vivido esta experiencia esa pregunta da un giro de 180 grados y es entonces cuando empiezas a plantearte la siguiente cuestión: “¿Qué me sobra para ser feliz?”.
Muchas veces dicen que no te das cuenta de lo que tienes hasta que lo pierdes y es cierto, ¿os imagináis viviendo en un mundo paralelo, en un mundo en el que no hay electricidad, ni internet y hay escasez de agua? Nosotras tampoco lo imaginábamos y mucho menos imaginábamos que nos encontraríamos tan bien, ese es el momento en el que te das cuenta que en realidad todas esas cosas que nosotros consideramos necesarias para poder vivir, son completamente prescindibles.
El Valle es un lugar con magia, donde la gente te hace sentir especial, diferente y mejor persona, porque aunque no lo creáis, en esta pequeña historia, la mayor parte del proceso de aprendizaje te lo dan ellos, enseñándote que hay otra realidad completamente diferente en el mundo al que nosotros creemos pertenecer.
Por otro lado, damos las gracias a Miguelina y a Yomarys por todo lo que nos han enseñado, por darnos el tiempo necesario para adaptarnos, por entendernos, por compartir con nosotras sus vivencias, por habernos mostrado seguridad, confianza y cariño y sobre todo, damos las gracias a ellas y a todas las hermanas por cuidarnos en todo momento, por haberos preocupado por nosotras y por habernos hecho sentir arropadas como lo harían nuestras madres.
También queremos dar las gracias a toda la gente del Valle por hacernos sentir especiales, por sacarnos una sonrisa en todo momento, por todo lo que nos habéis aportado y enseñado a lo largo de todo este tiempo, por ser como sois, por estar siempre felices y contagiarnos vuestro buen humor, por defendernos ante cualquier cosa, por demostrarnos que somos importantes para vosotros, por cada uno de los muchos abrazos que no habéis dado, porque para nosotras significan más de lo que os podéis imaginar. Gracias por dejaros querer, por hacer de vuestra casa la nuestra, por todas las sonrisas que nos habéis regalado cada día y por ayudarnos siempre a hacerle frente a cualquier adversidad.
De verdad que no hay suficientes palabras para agradeceros todo lo que habéis hecho por nosotras. Gracias a vosotros somos mejores personas, más humanas y más grandes.
Os echaremos de menos y echaremos de menos esa mirada de complicidad porque, ante todo, es y será siempre ALGO NUESTRO y de nadie más.
Por Paula Aramburu y Ekhiñe Olano