“Y la gente se quedó en casa. Y leía libros y escuchaba. Y descansaba y hacía ejercicio. Y creaba arte y jugaba. Y aprendía nuevas formas de ser, de estar quieto. Y se detenía. Y escuchaba más profundamente. Algunos meditaban. Algunos rezaban. Algunos bailaban. Algunos hallaron sus sombras. Y la gente empezó a pensar de forma diferente.
Y la gente sanó. Y, en ausencia de personas que viven en la ignorancia y el peligro, sin sentido y sin corazón, la Tierra comenzó a sanar.
Y cuando pasó el peligro, y la gente se unió de nuevo, lamentaron sus pérdidas, tomaron nuevas decisiones, soñaron nuevas imágenes, crearon nuevas formas de vivir y curaron la Tierra por completo, tal y como ellos habían sido curados».
Esto es lo que escribió Kitty O’Meara, una maestra estadounidense, en su blog personal en Marzo de 2020. Aquel mes empezaba la tragedia en todo el mundo por el COVID-19. Miles de enfermos, muertos y afectados.
Bolivia no fue una excepción. El día 12 cerró el colegio Fe y Alegría de Buen Retiro, era jueves y todos pensamos que en menos de un mes volveríamos a la normalidad. Escribo esto el 26 de Abril y lo único que tengo claro hoy es que nada volverá a la normalidad.
Me vine a Cochabamba el día 15 de Marzo porque sabía que pronto iban a prohibir las movilidades a los pueblos ya que podía ver cómo evolucionaba todo en España. Los mensajes de mis familiares y amigos demostraban la emergencia sanitaria que estaban viviendo “No hay mascarillas”, “hay militares en las calles”, “no hay ni pan en la tienda”.
Las primeras dos semanas de confinamiento que me impuse por mi propia salud y por la salud de las hermanas con las que convivía se me hicieron duras. Las hermanas me dieron tarea, entretenimiento y humor, pero yo estaba en un país extranjero, sin mi familia y amigos y sin posibilidad de volver. Pinte camisetas, ayudé en la huerta, preparé bizcochos y ayudé a las hermanas con problemas con la tecnología.
Para principios de Abril mi ansiedad desapareció, mi cerebro se hizo a la idea de que esto iba para largo. Las hermanas y yo hablamos del Coronavirus en Bolivia, Colombia, España, Italia, China y otros muchos países. Hablamos con otras hermanas que están sufriendo lo mismo que nosotras y nos informamos de la situación que viven.
Todas nos cuidamos entre nosotras, todas nos animamos y todas tenemos palabras de aliento para las demás. Es momento de mantenerse unidas y pensar en el prójimo. Dentro de este momento histórico tengo mucha suerte de vivirlo con las hermanas que se encuentran en Cochabamba, ellas se han convertido en una familia imprescindible aquí.
Desde Cochabamba quiero mandar un mensaje de esperanza a todas, deciros que esto pasará y que cuando salgamos de casa podremos darnos todos los abrazos y todos los besos que queramos. Aunque estemos separadas ahora es cuando más unidas debemos estar. Muchas fuerzas a todas.