¡Feliz día de la Inmaculada!
Hoy nos une como Hijas de Jesús y laicos esta fiesta de María, en la que hacemos memoria del nacimiento de nuestra Congregación. Hace apenas un año celebrábamos con mucha alegría la clausura del 150 aniversario. Aún seguimos saboreando tanto como nos ha dejado la vivencia de ese año jubilar.
Mirar a María en su Inmaculada concepción nos coloca frente a la mujer discípula y misionera, que junto a otros esperó y creyó en la promesa, vivió la fe y la esperanza en tiempos de incertidumbre y no dejó que la paralizaran el temor, la duda o la sospecha ante el plan del Padre.
Mirar a la Congregación que hoy cumple 151 años de caminar en la historia de la Iglesia y de la humanidad nos lleva a una postura de gratitud con la M. Cándida y sus primeras compañeras. También nos lleva a mirar con gratitud a cada una de las Hijas de Jesús de hoy, en ese compromiso cotidiano con nuestra vocación allí donde se nos ha enviado: en ese sí confiado en nuestras enfermerías y en las casas de formación, en nuestras escuelas y en aquellas fronteras difíciles que hoy seguimos sosteniendo, en el sí acompañando a jóvenes y escuchando a tantas mujeres que buscan ser reconocidas en su dignidad, o formando, siendo educadores y
llevando a Jesús, en el intento de despertarlo en el interior de las personas.
Las Hijas de Jesús, mirando a María, la estrella de nuestros caminos, aprendemos humildad, esperanza, fe confiada en la promesa. Su postura en la vida nos invita a ser mujeres en salida, de mirada y corazón universales, audaces en la entrega como ella.
Graciela Francovig, Superiora general