Hace días que venimos preparando la casa –exterior e interior- con los adornos necesarios y creativos para vivir estos días de una manera muy especial: colores, frases, fechas, imágenes de María, mensajes de nuestra Fundadora… hasta el tiempo acompasa su ritmo y nos recuerda que nacimos en el invierno salmantino.
Y esta casa recoge el pálpito de la entera Congregación. Somos como un radar que va registrando los aconteceres del Cuerpo: noticias alegres o tristes, de hermanas, de familias, de lugares, de acontecimientos. Días para agradecer especialmente vivir aquí.
El 8 de diciembre en todos los lugares donde estamos tiene ese sabor de familia amplia, extendida por muchos países y sin embargo en cada una experimentamos que se hace realidad la frase de nuestra fundadora: “Cuanta más larga es la distancia que nos separa mayor es la unión de corazones”.
Pero este año hay un detalle muy singular: abrimos un año jubilar como preparación a los 150 años que culminarán el 8 de diciembre de 2021. Ya estamos “jubilosas” y, con el corazón en fiesta, nos hemos ido preparando y el día 7 tuvimos nuestro rato de oración hecho camino. Primero nos encontramos en el comedor grande ante el cuadro de Santa Cándida, mirándola y dejándonos mirar por ella y mirándonos entre nosotras para re-conocer dones y posibilidades de cada una; luego, deteniéndonos ante el mapa de nuestras presencias, dejándonos afectar por los lugares y circunstancias tan diversas, para terminar en la sala-exposición donde compartimos nuestras vivencias a partir de la homilía del P. Herranz, sj en el momento de la fundación.
Y terminamos con el infaltable “Mil albricias” unidas de corazón a toda la familia.
Por la tarde se hizo presente Anna Maria Martin fi, en nombre de las hermanas de Regina Pacis, con flores y dulzuras, detalle que agradecemos porque nos apena no podernos encontrar.
Por la noche vivimos la emoción de la Vigilia, siguiendo cada paso con la respiración contenida, orando en la comunión que nos permite el mundo digital, -y que no deja de asombrarnos!-, respirando un aire mundial de cercanía en la distancia; una paradoja que nos devuelve realidad y nos hace vibrar “como si presentes nos hallásemos” en la capilla del CM Berrospe.
El día 8 tuvimos la eucaristía a las 10 de la mañana. Nos acompañó Cipri Diaz-Marzos, sj, que ahora está en la curia general como asistente para Europa Meridional. Su cercanía y palabra sabia nos ayudó mucho. Había seguido la vigilia con gran devoción y desde ahí nos fue compartiendo.
Nos comentó las lecturas y al hablar de “tres mujeres” nos situó en este tiempo de Covid: “Es creer en la fuerza de las convicciones y en la potencia del amor; que lo esencial basta para arreglar el mundo… recordar vuestros orígenes tantos años después para seguir enamorando desde el testimonio evangélico a generaciones futuras”.
Y continuaba antes de acabar: “Se os invita a soñar en grande: ‘Con Dios todo lo puedo’; 150 años en proceso: hijas del Adviento”.
La comida fue también de fiesta, recibiendo saludos de aquí y de allá, obsequiando a nuestra hermana Graciela con una flor muy de su gusto; y, por la tarde, nos trasladamos al CM Montellano para la eucaristía tan viva y llena de fuerza como nos evocaba el lugar, las personas, el Sr. Arzobispo con su palabra evocadora de Santa Cándida que fundó en esa misma ciudad, nos alentaba a seguir con más decisión el carisma fundacional ante la desproporción que ella vivió puesta su confianza en Dios.
Terminó la celebración, pero nos quedamos largo rato en la sala de comunidad, no acertábamos a separarnos, pero sí agradecíamos los muchos dones recibidos gracias al trabajo inmenso de tantas personas que lo han hecho posible. Terminamos el día renovando los votos, siguiendo esa práctica devocional de nuestra Congregación y con un corazón muy agradecido.
Comunidad de la Curia General – Roma