A principios de este año, Pilar Brufal, FI, nos envió este hermoso testimonio. Pilar lleva cerca de dos años en Myanmar trabajando en la misión.
Gracias, Pilar, por hablarnos desde el corazón.
2 de enero de 2020
¡Gracias Señor por tu presencia en mi vida! Por hacerte tan vitalmente presente en todo lo que me acontece, en la pobreza, en la sencillez de la gente, es su generosidad y hospitalidad.
Me acompaña el bolso hecho por la mamá de Albert. ¡es un sacramento para mi!
En ese bolso hay tiempo, colores étnicos, trenzado pensado con hilos cargados de pasiones, anhelos, dificultades, esperas… fue tejido a fuerza de amaneceres y atardeceres. Estos bolsos tejidos por la mamá de Albert en la próxima estación de lluvia cuando comience el curso escolar serán utilizados por los niños para llevar sus libros a la escuela.
Hoy yo llevo en mi hombro este bolso que al usarlo me hace revivir encuentros, mesa compartida, diálogos, miradas, saludos, historias, cultura, raíces… que me comprometen y dan razón y sentido al por qué estoy aquí en esta tierra.
Su textura y ligereza me permite vivir y caminar con simplicidad, con lo suficiente y entremezclarme con su gente.
Este bolso me ha hecho pensar en el telar de Dios y como Dios ha tejido mi vida, mi historia. Con tiempo, colores, amaneceres y atardeceres. Con amor, paciencia, esperanza y confianza.
Una vez terminado el bolso, solo puede ser usado, gastado y tendrá un tiempo. Es el tiempo de Dios. El tiempo en el telar para la mamá de Alberto fue largo. Para Dios conmigo “mucho más”. ¿Qué puedo hacer? Sino agradecer el gastarme por sus caminos, entre su gente, mezclarme con otros hilos étnicos, culturales, geográficos. Compartir luchas, lágrimas, logros, alegrías, fiesta, generar preguntas, ampliar horizontes, aprender con humildad… hasta que el tiempo gaste los hilos… hechos a mano por Dios con Amor.
Loikaw, Kayah State, Myianmar
2 Enero 2020