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Lombardi: «Hoy es imposible que la Iglesia comunique sin provocar contradicciones y conflictos en la sociedad»

mayo 28, 2016

El P. Federico Lombardi, de la Compañía de Jesús, Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede y Portavoz del Santo Padre, ha accedido amablemente a conversar con el portal español Religión Digital.
Yo he tenido el honor de trabajar con él en Radio Vaticano desde el 15 de enero de 1991 en que fue nombrado Director de Programas hasta el 1 de abril de 2003, en que yo me jubilé. Luego, en el 2005 fue nombrado Director General de Radio Vaticano. Han gravado sobre sus espaldas, de manera contemporánea, una serie de responsabilidades de enorme importancia, pues además de dirigir la Emisora del Papa, fue nombrado Director del Centro Televisivo Vaticano, de la Oficina de Prensa de la Santa Sede y Portavoz del Santo Padre.
A partir del uno de marzo de este año 2016, con la puesta en marcha de la reorganización de la recién constituida Secretaría para la Comunicación, el P. Federico Lombardi lleva la dirección de la Oficina de Prensa del Vaticano y es Portavoz del Santo Padre.
Padre Lombardi, la Compañía de Jesús ha estado especialmente vinculada a la Radio del Papa desde sus orígenes, cuando Pío XI, el 12 de febrero de 1931, bendijo e inauguró la Emisora vaticana con el Radiomensaje Qui arcano Dei, dirigido a todas las gentes y a cada criatura. Fue nombrado Director de la Emisora del Papa el P. Giuseppe Gianfranceschi, jesuita. Desde entonces, 1931, hasta hoy, 2016, con usted, que ha sido el último Director general, Radio Vaticano ha estado bajo la égida de los jesuitas. Han pasado 85 años. ¿Les queda a ustedes una cierta dosis de nostalgia del pasado, la satisfacción de la Obra Bien Hecha, o las dos juntas?
R.- Podemos decir que un poco las dos, efectivamente, porque es una obra a la que yo he dedicado un tercio de mi vida, 25 años, y los jesuitas 85 años, con muchas personas. Es, por tanto, una cosa que hemos sentido como algo muy importante en nuestro servicio a la Iglesia y hemos procurado hacerlo con todo el corazón y, por lo mismo, nos sentimos ciertamente unidos, ligados a esta fase de la comunicación vaticana. Y como todas las cosas que, en cierto sentido terminan o que cambian, nos deja el sentido de las cosas que pasan. Pero no diría yo que es un hecho de una tristeza particular. No es un drama. Las cosas cambian y evolucionan y es natural que se den tiempos diferentes.
Yo recuerdo que hace diez años, al menos, con motivo de la celebración del 75º aniversario de la creación de la Radio, yo decía continuamente «la Radio vaticana no es ya una radio en el sentido estricto del término», porque la habíamos hecho evolucionar hacia un servicio de comunicación multimedial, en el que estaba incluida ciertamente la radio, en el sentido estricto de la palabra, pero había también muchos servicios vía internet con la publicación de textos, de imágenes, de vídeo-noticias, etc. Todos éramos perfectamente conscientes, por lo tanto, del cambio del mundo de las comunicaciones, en el sentido de la convergencia digital, la digitalización de la convergencia entre los diversos medios, y que, por lo mismo, en el contexto de los diversos medios al servicio del Vaticano, al servicio de la Santa Sede, era necesaria una atenta reflexión y una reorganización porque estamos en el tiempo de la ‘multimedialidad’. Ha pasado del todo el tiempo en el que los diversos medios, individualmente considerados, podían trabajar de una manera independiente y autónoma unos de otros como, por otro lado, había venido haciéndose durante muchos decenios.
La conciencia del cambio de la situación y también de las fórmulas de organización y de responsabilidad en el campo de los medios, era algo absolutamente claro. Yo era plenamente consciente de que, con ocasión de esta reforma, la figura del Director general de Radio Vaticano, del que dependían un importante departamento redaccional, uno técnico y uno administrativo, no tenía ya motivo de existir, porque estas diversas funciones tenían que ser organizadas de manera diferente. Por una parte, una actividad que uno ha realizado por mucho tiempo con empeño se da cuenta que ha pasado, y por otra percibe que ha dejado una herencia que es recibida y continuada en un contexto y fórmula diversa, llamada a continuar desarrollando una misma misión. Lo que importa es precisamente la misión. Es decir el servicio del Evangelio y de la palabra del Santo Padre, el servicio del Santo Padre en elmundo. Esto es lo que realmente cuenta, la misión, no una u otra institución que durante un determinado tiempo desarrolla una tarea concreta.

Por Guillermo Martín Rodríguez

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