Durante la celebración del III Encuentro Internacional de Laicos de la Madre Cándida, celebrado en Filipinas, la Superiora General Maria Inez Furtado tuvo la ocasión de realizar una intervención ante los asistentes.
La ponencia de Maria Inez llevó por título “Misión compartida. Un modo de ser Iglesia”. Durante el tiempo que duró la intervención, la superiora hizo una disquisición sobre las relaciones entre el laicado y las consagradas.
Entre los mensajes que transmitió, uno de los principales fue el de que la Misión es única, es la misma Misión de Dios para la humanidad: «necesitamos los unos de los otros y es el Espíritu de Dios quien lleva el hilo del proceso.» Y continúa: «Toda misión es compartida»
Se trata, por tanto, de «adentrarnos en la concepción de Iglesia Pueblo de Dios, de Iglesia-Comunión» y conseguir que «acontezca la comunión y que esta se exprese en común-unión para servir a la Misión de Cristo».
Furtado también se preguntaba si el objetivo es compartir misión o una vida en misión compartida, a lo cual respondía que no es lo mismo, pues compartir una misión nace de un llamamiento vocacional para enfocar un trabajo o misión. Sin embargo, la Misión Compartida va más allá: «Cuando empieza a configurarse la Misión Compartida, pasa a haber entre laicos y religiosas una comunión de la fe, que nos lleva a impulsar juntos un proyecto evangélico.»
Tanto laicos y religiosas estamos, en palabras de la general, «llamados y enviados a concebir nuevos estilos relacionales donde los liderazgos se comparten, los conflictos se asumen, los roles se flexibilizan y los valores se atesoran.»
El último punto que subrayaba María Inez para trabajar en esta Misión Compartida era el de la formación. La general impulsa y anima a los participantes de la familia de M. Cándida a mantenerse en formación continua: «una continua preparación para vivir, permanecer y crecer en Misión Compartida». Una Formación en común en la que se ponga la Palabra de Dios en el medio, el interés por la teología, el conocimiento de la Doctrina Social de la Iglesia y del carisma fundacional, etc.
Terminó la general con un soplo de impulso: «¡Ánimo, porque el camino es hermoso y no estamos solos!»
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