DE LA VISITA DEL PAPA FRANCISCO A COLOMBIA
“EN BUSCA DE PALABRAS DE VIDA ETERNA”
Desde el anuncio de la visita del Papa Francisco a Colombia sentí necesidad de caminar despojándome en el camino de la tristeza y el dolor que fabrican sin compasión los sistemas opresores de la VIDA.
Intuía que la palabra de FE, FUERZA Y ESPERANZA que contagia FRANCISCO podía ser el complemento vitamínico que las vacaciones de verano me regalaran para seguir escuchando y acogiendo la vida que, me alcanza cada mañana en mis hermanas de comunidad y en otros muchos y muchas gracias a los cuales seguimos siendo la comunidad ampliada de Venezuela.
El primer plan era ir todas las hermanas y otros amigos. No fue posible gracias a un sistema que por todos lados recorta libertades. Pero el Dios Padre de la Vida que es experto en abrir agujeros cuando se cierran puertas, me regaló el coraje para desafiar mis miedos y atreverme con el Padre Elvis Cabarca a cruzar la frontera por otros caminos, con la única ilusión de saciar nuestra sed de esperanza en la fuente viva de Jesucristo por medio de su discípulo Francisco regala a nuestra Iglesia.
La cita era en Cartagena de Indias, cuna de los derechos humanos, los cuales están muy vulnerados en esta parte de la gran Colombia, donde Elvis y yo somos también discípulos peregrinos.
Viajamos durante dos días por tierra. En el camino, fuimos testigos de la dolorosa escena de familias venezolanas enteras abandonando el país en busca de bienestar económico; nosotros en busca de Palabras de vida eterna para seguir compartiendo con nuestros hermanos y hermanas el aliento y esperanza que solo Jesús contagia.
Escuchar al Papa orar por Venezuela en el rezo del Ángelus nos esponjó el corazón y renovó el compromiso de nuestra consagración. Como el ser sorprendidos por los medios de comunicación, justo cuando entrábamos en la Casa de San Pedro Claver por darse cuenta de que veníamos desde Venezuela. No sabía que en el mismo momento salíamos al aire. Nos enteramos por las Hermanas que nos vieron por la televisión. Algo que ni buscamos ni soñamos porque en nuestro corazón había otros motivos que nos movían.
Solo ver a Francisco, a la distancia de un metro, nos alegró el corazón y sus palabras de condena ante aquellos que matan la vida y diluyen la dignidad de la persona, renovó nuestro compromiso de amar sirviendo con alegría y libertad a tantos que en nuestra bella Venezuela caminan sin razones para seguir confiando y esperando en el Señor de la Vida que conduce nuestra historia.
Gracias Papa Francisco que sin conocer nuestra búsqueda has sido instrumento del Padre, fortaleciendo nuestra terca decisión de creer y caminar contra TODA ESPERANZA apostando por la VIDA entregando con alegría y sencillez la nuestra.
Matilde Polanco FI