Hace más de una semana que llegamos a Cuba, que pisamos esta tierra llena de contrastes, pero la tierra que va a ser «nuestra tierra» durante un tiempo.
Salimos de España con ilusión, pero también con el miedo y con la incertidumbre que nos da el sentirnos ante lo desconocido y al llegar, al encontrarnos con la realidad, esta nos acoge desde la cercanía, desde la ilusión que supone ser una más en esta comunidad de creyentes, que se vive y se percibe como una familia donde se saluda, se acoge sin prisas, donde es lugar para estar atentos a lo que pasa y sientes el cuidado y la preocupación de los demás.
Os preguntaréis si notamos las diferencias, si las cosas son distintas, pues claro que lo notamos y las cosas son distintas como los son nuestras familias, nuestras comunidades, pero en esa diferencia se percibe la gran riqueza que da la diversidad y, aunque parezca mentira, la carencia de casi todo nos hace vivir más unidas a este pueblo.
Son los primeros pasos, los primeros momentos, pero en ellos, aunque muy lentamente, pisamos esta realidad y, con ella, estamos comenzando este camino, esta comunidad que quiere seguir los pasos de la Madre Cándida y junto a ella agrandamos nuestro corazón queriendo ser semilla del Reino.
Rosa Orts FI y Enriqueta Seva FI
