Vicenta Guilarte nació en un pequeño pueblo de Burgos en 1879. Sintió la llamada para entrar como novicia en las Hijas de Jesús, donde conoció a la Madre Cándida. Diez años después partió a la primera misión que abrió en Brasil, donde se dedicó a la enseñanza ayudando y acompañando a muchas personas. Cuando ya era una persona muy querida, la mandaron cambiar de destino. Otra ciudad, otro trabajo. Ella no lo comprendía pero lo aceptó con fe y obediencia.
En su nuevo destino se dedicaba a recibir visitas en la escuela, la conocían como la “portera”. Era paciente, serena y sencilla. Cualquiera que llegaba tenía una cálida bienvenida. Especialmente los pobres. Era hogar para muchos.
La Madre Vicente, que cambió su vida de profesora por obediencia, se convirtió en una educadora por excelencia. Logró que innumerables personas de todas las edades conocieran y se sintieran amados por Dios y así, que amaran a sus hermanos. La humilde portera que transformó vidas.