Graciela Francovig, Superiora general, comunicó en su carta número 34 que ha admitido a la profesión perpetua a la juniora Esther Sanz y que será el día 27 de abril en Salamanca.
Agradecemos al Señor porque es Él quien llama y consagra a nuestras hermanas. Pidamos para ellas la gracia de la fidelidad. Y todas pidamos la gracia de cuidar la propia vocación y la de las demás, ¡don precioso que todas hemos recibido!
Dos meses antes de este día, hemos hablado con Esther.
¿Cómo te sientes?
Es una buena pregunta. Pues la verdad es que depende del día, porque está siendo un tiempo muy intenso de actividades, movimientos internos, y con muchas cosas en la cabeza. Si soy sincera, a veces me cuesta parame y volver a mi centro. A Él. Pero en el fondo, cuando respiro y me dejo sentir, más allá de las prisas y los quehaceres me siento en paz y muy contenta, agradecida, ilusionada, con sensación de horizonte y propósito. No es fácil explicarlo.
¿Cómo te estás preparando?
Bueno, de alguna manera la preparación es todo, desde que empiezas en la vida religiosa. Como toda Hija de Jesús, he ido viviendo las distintas etapas de formación, que no es que se “pasen” sino que se incorporan a lo que soy y voy viviendo y aprendiendo. Pero es cierto que hay un tiempo especial que prepara para los votos perpetuos, que es la última probación: unos meses en los que, junto con otras
compañeras de diferentes países y una hermana que acompaña y guía, formas comunidad y vuelves a profundizar en la propia vocación, en el carisma de la congregación, en su historia, en cuál es nuestra misión, en qué dicen hoy nuestras constituciones… Para mí ha sido un tiempo muy muy importante, y lo he vivido como un regalo grande en mi propio proceso, que me ha ayudado a mirarme por dentro, dejarme ayudar, sentirme parte de ese cuerpo universal que somos las Hijas de Jesús, y sobre todo a releer la historia de amor de Dios conmigo, su llamada, y mi respuesta.
Y la vuelta tras esta experiencia a la vida cotidiana, también está siendo una buena preparación en el aterrizaje del día a día, en cómo voy situándome en el trabajo y el estudio, en la comunidad, en las tareas pastorales, en mi acompañamiento personal o con la familia. Me da la sensación de que quizás estaré preparada dentro de unos diez años, a lo mejor… Pero fuera de bromas, algo real que siento, es que mi vida, nuestra vida es estar siempre en proceso, siempre abiertas y aprendiendo, para ir “dejándonos hacer” verdaderas Hijas de Jesús, en el camino.