En el gozo de la octava de Navidad y en el marco de la Fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret, compartimos la Carta Circular nº 50 de nuestra Superiora General, Graciela Francovig, FI.
Es una invitación a contemplar el misterio de la Encarnación desde la experiencia cotidiana del cuidado, de la vida familiar y del compromiso con las realidades más frágiles, dejándonos interpelar personal y comunitariamente.
La Sagrada Familia: lugar donde Dios aprende a ser humano
¡Feliz navidad a todas! En la octava de la Natividad del Señor, la liturgia nos ofrece la Fiesta de la Sagrada Familia de Nazareth. En el plan de salvación, se contaba con que el Hijo de Dios encarnado naciera en una familia, con una madre y un padre. Allí, Jesús crece en sabiduría y gracia, aprende a ser humano poco a poco. Y, allí, es donde descubre, después de casi treinta años, la misión a la que el Padre lo envía.
En el evangelio de hoy, leemos por tres veces, en circunstancias distintas, el mandato que Dios le da a José: “cuida al niño y a su madre”. Hasta llegar a Nazaret, el que será el hogar sencillo y humilde de la familia durante 30 años.
Si hay alguna palabra que asociamos a la familia es la palabra cuidado: familia es el ámbito en el que nos cuidamos los unos a los otros. El cuidado es la finura y la delicadeza en el amor. Todos necesitamos cuidado y, de un modo particular, necesitan cuidado los débiles o los que se encuentran en situación de debilidad. Necesitan cuidado constante los niños y los ancianos; todos necesitamos cuidado en los momentos de crisis, dificultad, debilidad.
El evangelio nos presenta una situación de huida por el peligro que se les presentaba, como tantas familias que hoy deben huir por las guerras, por la sequía o las lluvias abundantes, por la pobreza y el hambre. Estemos atentas a tantas familias que hoy viven estas situaciones. ¿Qué me dice el Señor frente a las familias desfavorecidas que hoy conocemos? ¿A qué nos invita, me invita? Lo que está claro es que no podemos quedarnos indiferentes. Algo podemos hacer por cambiar la Realidad del otro.
En la familia, la fe se transmite junto con la vida, de generación en generación: se comparte como el pan de la mesa y los afectos del corazón. Esto la convierte en un lugar privilegiado para encontrar a Jesús, que nos ama y siempre quiere nuestro bien.
Cuidemos la institución familia… Agradezcamos hoy a nuestras familias, nuestros padres, abuelos, hermanos. Allí aprendimos a querer, a tejer relaciones, a cuidarnos unos a otros.
Mirar el año vivido y disponernos al que llega
Deseo finalizar con alguna expresión del Papa León XIV en su homilía de la Nochebuena:
Hermanas y hermanos, la contemplación del Verbo hecho carne suscita en toda la Iglesia una palabra nueva y verdadera: proclamemos, pues, la alegría de la Navidad, que es fiesta de la fe, de la caridad y de la esperanza. Es fiesta de la fe, porque Dios se hace hombre, naciendo de la Virgen. Es fiesta de la caridad, porque el don del Hijo redentor se realiza en la entrega fraterna. Es fiesta de la esperanza, porque el niño Jesús la enciende en nosotros, haciéndonos mensajeros de paz. Con estas virtudes en el corazón, sin temer a la noche, podemos ir al encuentro del amanecer del nuevo díaMe despido con un fuerte abrazo para cada una, agradeciendo las felicitaciones de todas las comunidades tanto de Navidad como del día de la Inmaculada. Les pido también que agradezcamos los grandes acontecimientos que hemos vivido en este año 2025, a nivel mundial, eclesial, congregacional. Y que dispongamos el corazón para recibir con grande ánimo y liberalidad el nuevo año que ya se acerca.
