Cuando acordamos y casi que, sin darnos cuenta, terminó esta XVIII experiencia congregacional para la que nos fuimos preparando todas, con la debida antelación, viviendo activamente sus diferentes fases y acompañándola, luego en su realización.
Sencillamente ofrecimos los aportes discernidos como comunidades a la luz del material preparado por el gobierno general para ello y, luego acompañamos con nuestras oraciones continuas, todo el tiempo de su celebración en Roma.
Mayo fue un mes denso realmente y con una presencia total de María, por ser mes dedicado a ella en nuestra Iglesia. Empezamos el día 1° con la noticia de la elección de la nueva Superiora General, nuestra querida Hermana Graciela Francovig; al día siguiente, la elección del grupo de Hermanas consejeras del gobierno general, encontrando total representación en él de la universal congregación. A medida que pasaban los días, se nos fue manteniendo informadas sobre lo que podían comunicar desde el EQUIPO DE COMUNICACIÓN, a quien le agradecemos el modo sencillo como a lo largo de los días nos iba acercando a lo que vivían en Roma.
Por supuesto, agradecemos a todas y a cada una de las Congregadas el trabajo de misión realizado en ese tiempo por el bien de la Congregación. Los momentos de trabajo, de oración, de búsqueda como de distensión también que fueron compartiendo.
Ahora, nos queda al resto conocer esa Determinación anunciada, ir entrando en ella y seguir creciendo en nuestro buen ser de Hijas de Jesús para ir y anunciar a nuestro buen Dios, Trinitario, desde un horizonte nuevo, reavivando en nuestras comunidades esa experiencia en el encuentro cotidiano con Jesús y con Él, también en las hermanas y hermanos. En una sociedad moderna y postmoderna como a la que asistimos hoy necesitada de una experiencia nueva de Dios, empezando por nosotras mismas, las Hijas de Jesús de hoy, conscientes de que nuestro trabajo evangelizador en medio de esta sociedad compleja se sustenta en una experiencia empobrecida de Dios, como lo anota el buen amigo y hermano José Antonio Pagola, en su libro: “Anunciar hoy a Dios como buena noticia”.
Contamos con la luz continua del Espíritu, con la presencia de María nuestra compañera y señora del camino y el estímulo constante de nuestra querida Santa Cándida María de Jesús quien hoy contempla desde el cielo este don de la Congregación en el tiempo que, no se sostendrá con los medios humanos sino con la protección y la mirada tierna y cariñosa de Dios. Quien nos sigue estimulando a recorrer la senda de la verdadera Hija de Jesús, hasta cuando El así lo quiera personal e institucionalmente.
De nuevo, nuestra gratitud también a Ma. Inez Furtado y a su equipo de gobierno. Buen regreso a ellas a sus lugares de destino como a todas las congregadas… Nos disponemos a vivir esta nueva fase de la CG XVIII…
Hermanas en la Casa de Bogotá