El 15 de septiembre fue la apertura del Curso de Renovación, pero son ya muchos días en movimiento, muchas personas en acción, un montón de hermanas en oración. A este día, le preceden muchas horas de vuelo, una cuidadosa preparación de la casa y de las cosas, una magnífica acogida, así como tiempos de adaptación al nuevo huso horario. Antes de este inicio, se ha tejido un hermoso cordón de fraternidad, de comunión, de ayuda mutua, de generosidad. Comenzamos con el corazón agradecido y bien dispuesto por lo que avistamos adelante, pero también, por todas las que han hecho posible que todo esté a punto.
«El Grupo de las 20» que tenemos la dicha de participar de este Curso de Renovación, somos de 4 continentes, de 9 países y de las 5 Provincias y la Delegación de Mozambique de la Congregación, con una gran diversidad de edades, de oficios y experiencias. Somos 20, pero con nosotras viene mucha gente, muchas historias, muchos lugares.
¡Por fin! Cuando el reloj marcaba las 10:00 a.m. nos dimos cita para nuestro primer encuentro. Fue la hora de la acogida formal y de las palabras de apertura a cargo de Sônia Regina Rosa, Consejera general. De sus palabras cabe destacar que, el Curso de Renovación es
«Un tiempo de gracia, de renovación y actualización de nuestra vida en misión, para que podamos seguir donándola a Dios y a los demás.»
Nos invitó a pensar lo que el Espíritu está llamando a renovar en nosotras. Todas compartimos con tranquila naturalidad. Vocación, confianza, universalidad, pertenencia, amor… son solo algunas de las llamadas que resonaron. Las palabras de Sônia se hicieron eco de algunos números de las Constituciones, como el 136 y 137, que son clave en horas como éstas. Nos animó a renovar nuestro seguimiento a Jesús, así como a ser mujeres de esperanza y compasión para pasarlas al mundo. Claro, que no podía faltar la constatación de que hacemos este tiempo de formación congregacional mientras se celebrará aquí en Roma el Sínodo de la sinodalidad. Esto no puede ser solo una anécdota, sino un signo de lo que también ha de permear nuestro grupo tan internacional y diverso. En definitiva, Sônia nos animó «a aprovechar este tiempo de gracia con gratitud y generosidad».
El segundo momento y centro de nuestro día de apertura ha sido la Eucaristía. Hemos sido alentadas por la Superiora general, Graciela Francovig, a gustar internamente de la experiencia y a poner a María, hoy en su día, como ayudadora nuestra. Pascual Cebollada, sj, quien presidió la Eucaristía, siguió el hilo de las palabras de Graciela, invitándonos al fervor, al entusiasmo como el del P. Nadal que se enciende para tocar a otros muchos, a los que nos esperan, a tantos hombres y mujeres que lo necesitan. La lista de los nombres del grupo, presentadas en el altar junto al pan y el vino, renueva y realiza la ofrenda de cada una. De la comunión en la Eucaristía pasamos a la comunión en el almuerzo. Comunión de corazones que nos abre al nuevo pentecostés, donde podemos entendernos, aunque cada una hable en su propia lengua.
La tarde nos posibilitó un poco más de integración del grupo, con varias dinámicas de escucha y acogida, de lo que es y trae cada una consigo. Sentimos esta tarde como diversidad, pluralidad, presencia, riqueza, escucha…
La gratitud abrió y cerró nuestra jornada, por estar aquí, por lo que nos espera, por el grupo, por la oportunidad, porque Jesús va delante. Terminamos el día sintiendo que hoy, Él nos espera en Betania, pues recibimos la pauta para la oración personal de mañana con la invitación de ser Betania, «Casa de encuentro, Comunidad de amor».
Grupo del Curso de Renovación
