En septiembre de 2019, hace cinco años, el Papa Francisco nos invitaba a construir un Pacto Educativo Global con el objetivo de reavivar el compromiso por y con las jóvenes generaciones, renovando la pasión por una educación más abierta e inclusiva. Este pacto, busca construir una alianza entre la escuela, la familia y las mejores energías de la sociedad para promover el desarrollo integral de la persona y el cuidado de la Casa Común.
En un videomensaje, invitó a representantes de las principales religiones, organismos internacionales y del mundo académico, económico, político y cultural a firmar este pacto mundial por la educación. El acto inicial, previsto para mayo de 2020, fue pospuesto debido a la pandemia, pero el 15 de octubre de 2020, el Papa relanzó el Pacto desde la Universidad Lateranense de Roma.
En su mensaje, el Papa ofreció siete claves para llevar adelante el Pacto:
- Poner en el centro de todo proceso educativo a la persona.
- Escuchar la voz de los niños, adolescentes y jóvenes.
- Fomentar la plena participación de las niñas y jóvenes en la educación.
- Tener a la familia como primera e indispensable educadora.
- Educar para acoger, abriéndonos a los más vulnerables.
- Comprometernos a estudiar nuevas formas de entender la economía y la política.
- Salvaguardar y cultivar nuestra Casa Común.
En respuesta, la Superiora general, Graciela Francovig, hizo un llamamiento para transmitir y promover el mensaje del Santo Padre sobre el Pacto Mundial de Educación:
«¿En qué nos interpela esta llamada del Papa a nosotras, llamadas a evangelizar a los pueblos a través de la educación?»
(Graciela Francovig, carta número 11)
Dentro de la celebración del 150 aniversario de la fundación de la Congregación, iniciábamos la respuesta a la sexta Llamada en la acción apostólica (promover la unión y articulación de los educadores) con un encuentro internacional de educadores de la Madre Cándida. La confluencia de esta llamada con el Pacto Educativo Global era innegable. Tras este encuentro, la Congregación se unió públicamente al Pacto y el Equipo internacional de Educadores siguió trabajando para animarnos a profundizar en él.
Un año más tarde, el Equipo enviaba una carta a los equipos directivos de las escuelas de la Madre Cándida para unirse a este compromiso por construir un mundo más humano. A día de hoy, el 82% de estos centro educativos se han unido al PEG.
En abril de 2024 celebrábamos un nuevo Encuentro Internacional de Educadores para fortalecer nuestra conexión global bajo el legado de Madre Cándida y el camino que nos marcó Jesús. Este encuentro, nos ayudó a identificar el Pacto Educativo Global con los retos educativos que nos presenta nuestro mundo (etapa 2). Teresa Pinto FI, nos invitó a adentrarnos en la 3ª etapa: hacer alianzas, que requiere salir del propio centro para establecer alianzas con el entorno:
El desafío, tras conocer el Pacto y analizar cómo podemos ser más coherentes con sus siete principios, es que cada Centro influya en su entorno, como cuando la gota de agua cae sobre más agua y se forma una onda expansiva.
El camino hacia una educación más justa y equitativa es largo y, después de cinco años desde el primer mensaje de Papa Francisco, seguimos dando pasos significativos hacia su consecución.
Quien aún no se ha sumado al PEG está a tiempo de conocerlo y asumirlo (Etapa I).
Quien lo ha asumido y aún no ha iniciado un sencillo análisis de su actividad y clima con respecto a los objetivos está en el momento oportuno de animarse con sus capacidades y de afrontar una mejora “de sentido” y carismática (Etapa II).
Quienes cumplieron las Etapas anteriores están en el momento de mirar al entorno y buscar aliados, en ayuda mutua, para impulsar “la aldea educativa” (Etapa III).