En este año de San José no podemos pasar por alto la presencia constante y discreta que tuvo este gran santo en la vida de la Madre Cándida. “Constante”, veremos ahora por qué, y “discreta” porque su centro siempre fue Jesús y, María, su gran ayudadora y confidente.
Pero veamos lo que nos cuenta Mª del Carmen Cruz, Hija de Jesús, sobre San José en la vida de nuestra Fundadora y de la Congregación.
Mostramos un resumen a modo de “aperitivo”. Puedes leer el texto completo AQUÍ.
Comienza el recorrido en la salmantina “Casa de San José”, donde una habitación alquilada vio nacer a la Congregación. El santo está en la fachada de la casa, sobre la puerta.
Desde su hornacina el santo contemplaría sonriente la llegada de portadores con pequeños pero delicados obsequios que cruzaban su umbral: las flores “de parte de la Sra. Marquesa”, para el altar, en una determinada festividad y el chocolate que un criado del Sr. Obispo les hacía llegar para el desayuno de “un día de campanillas”.
También oiría desde un sitio tan privilegiado la voz inconfundible del P. Herranz, las oraciones hechas por las hermanas antes de retirarse a descansar…
Entre sus amistades, muchas llevaban el nombre de San José, y tres de sus hermanas (como ella misma).
Su nombre se lo puso a algunos colegios:
En Tolosa, en la iglesia de los Escolapios, la M. Cándida, de rodillas ante el Sagrario, oraba intensamente. En un momento dado alzó la vista y se encontró con la imagen de San José colocada en la parte superior del altar. De golpe comprendió cuánto sufrimiento le estaba reservado en aquella fundación. Y allí mismo le prometió al santo que levantaría un colegio en Tolosa y le pondría su “Colegio de San José”.
El Colegio de San José, de la villa navarra de Pitillas, fue inaugurado el 12 de octubre de 1888 y fue llamado ”de San José “en atención a D. José Cadena y Eleta, obispo de Vitoria y promotor de este colegio.
El siguiente fue el Colegio de San José de Coca, inaugurado el 22 de enero de 1893.
Y después llegó el Colegio de San José de Medina del Campo, que abriría sus clases el 8 de octubre de 1896.
Siempre tuvo San José “pequeños detalles” con las Hijas de Jesús.
Son más de treinta las cartas en las que la M. Cándida hace alusión a San José. En ellas, nos anima a tener confianza en él, porque puede mucho en el cielo.
“Quiera Dios que vayamos todas al cielo para alabarlo allí por toda la eternidad. ¡Qué dicha! Allí, con la Virgen y en compañía de todos los santos por siempre jamás. Amén.” (c.46).
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Y a ti, ¿cómo te ilumina San José? Deseamos que este año sea una oportunidad para profundizar en su papel en la historia de la Salvación y para que nos ilumine en el descubrimiento y desempeño del nuestro.
Otras publicaciones en nuestra web sobre San José: Con corazón de padre y San José, Padre trabajador.