Si bien la visita apostólica del papa Francisco a Suecia ha tenido un contenido principalmente ecuménico, el Pontífice no podía dejar de celebrar la eucaristía con la comunidad católica del país (que supone alrededor del 1% de una población de 9,7 millones de habitantes). La misa de hoy martes 1 de noviembre, solemnidad de Todos los Santos, ha tenido lugar en el Swedbank Stadion de Malmö y ha transcurrido con normalidad. En su homilía, el Papa ha hecho una especie de actualización de las bienaventuranzas.
Coincidiendo el día con la solemnidad de Todos los Santos, Francisco ha asegurado que los santos se caracterizan por ser “realmente felices” y por eso se les llama “bienaventurados”.
“Las bienaventuranzas –ha asegurado el Papa– son el camino de vida que el Señor nos enseña”, son “el perfil de Cristo y por tanto del cristiano” y son, en definitiva, “de alguna manera el carné de identidad del cristiano, que lo identifica como seguidor de Jesús”.
Entre todas las bienaventuranzas, Francisco ha destacado ‘Bienaventurados los mansos’: “La mansedumbre –explicaba– es un modo de ser y de vivir que nos acerca a Jesús y nos hace estar unidos entre nosotros; logra que dejemos de lado todo aquello que nos divide y enfrenta, y se busquen modos siempre nuevos para avanzar en el camino de la unidad”.
Bienaventuranzas para hoy
Siendo que todos “estamos llamados a ser bienaventurados”, el Pontífice ha querido hacer una nueva redacción de las bienaventuranzas, para afrontar “los dolores y angustias de nuestra época” y vivirlas “con el espíritu renovado y siempre actual”. Textualmente, el Papa ha dicho:
- “Bienaventurados los que soportan con fe los males que otros les infligen y perdonan de corazón;”
- “bienaventurados los que miran a los ojos a los descartados y marginados mostrándoles cercanía;”
- “bienaventurados los que reconocen a Dios en cada persona y luchan para que otros también lo descubran;”
- “bienaventurados los que protegen y cuidan la casa común;”
- “bienaventurados los que renuncian al propio bienestar por el bien de otros;”
- “bienaventurados los que rezan y trabajan por la plena comunión de los cristianos…”
- “Todos ellos son portadores de la misericordia y ternura de Dios, y recibirán ciertamente de él la recompensa merecida.”
Volviendo sobre el tema de la santidad, Francisco ha finalizado con una invitación: “La llamada a la santidad es para todos y hay que recibirla del Señor con espíritu de fe. Los santos nos alientan con su vida e intercesión ante Dios, y nosotros nos necesitamos unos a otros para hacernos santos. Juntos pidamos la gracia de acoger con alegría esta llamada y trabajar unidos para llevarla a plenitud”.