El deseo de la Congregación de hacerse presente en África data, haciendo buen uso de la memoria, de los tiempos de la Madre Cándida. Pero sólo se hizo realidad en el año 2000 con una presencia inter-congregacional de dos años en Mozambique. Estamos en Mozambique, de manera estable, desde el 18 de enero de 2004.
Desde los tiempos coloniales, África ha sido la despensa de Europa. Sin querer herir sensibilidades, recordemos que en 1885 se realizó la llamada Conferencia de Berlín donde los países europeos se distribuyeron las tierras de África para su explotación sin contar con los africanos… Hoy continúa el mismo “saqueo” de las riquezas de África, aumentando los países que se la distribuyen. Es de África el coltán y el litio necesarios para las baterías de los coches eléctricos y de los “Smartphones”; el grafiti de los ordenadores es africano… África no conocerá la IA, pero no habría robots que sirvan en los restaurantes occidentales sin África.
África es rica: rica en agricultura y ganadería, rica en tierras y madera, rica en agua, rica en minerales y piedras preciosas, rica en fauna y flora… Pero su mayor riqueza se encuentra sobre la tierra: son las personas y, especialmente, los jóvenes; su cultura y valores. Como decía el Papa Benedicto XVI:
“África tiene grandes problemas y dificultades, como todo el mundo. Sin embargo, en África se encuentra un humanismo fresco y el continente muestra una reserva de vida y de vitalidad para el futuro con la que podemos contar. África es el pulmón espiritual del mundo”.
Si bien los medios de comunicación social presentan una imagen parcial de África, pobre y violenta, lo cierto es que África ha dado a la humanidad hombres como Julius Nyerere, primer presidente de Tanzania y hoy en proceso de beatificación; Nelson Mandela, primer presidente negro de África del Sur que, perdonando a quienes le retuvieron durante 20 años en la cárcel, quiso rehacer su país desde la reconciliación y la inclusión de todos; Wangari Muta Maathai primera mujer africana en recibir el Premio Nobel de la Paz en 2004 por su contribución al desarrollo sostenible, la democracia y la paz… Y tantos otros que no se conocen, pero que hacen humanidad desde los valores de la acogida y fraternidad.
Es en medio de esta riqueza natural, humana y espiritual que se encuentra Mozambique, donde estamos las Hijas de Jesús desde hace 20 años. Las Hijas de Jesús en Mozambique no tenemos obras propias; trabajamos con otros y “para otros” o, mejor dicho, para el Reino de Dios y la Iglesia: “estamos en salida”.
Tenemos, en estos momentos, una comunidad con tres presencias: Metoro y Pemba en la Provincia de Cabo Delgado, al norte del País (frontera con Tanzania) y Maputo, capital del país, al sur (frontera con África del Sur).
Desde el inicio, las Hijas de Jesús hemos destacado por una formación humana y espiritual sólida, responsabilidad y seriedad en el trabajo, y hemos sido solicitadas para trabajos de formación y colaboración en la consolidación de la Iglesia local, ya sea a nivel de la parroquia, la Diócesis, la Conferencia Episcopal y de la Vida Religiosa.
En Metoro hemos asumido una escuela, un centro infantil y un centro de medicina natural de la parroquia y hemos colaborado con la pastoral de la parroquia, desde la formación de mujeres y de responsables de las más de 50 comunidades cristianas.
La presencia de Pemba fue, desde el inicio, orientada al apoyo del Secretariado Diocesano de Pastoral organizando la formación de los agentes de pastoral, trabajo en la Universidad Católica y organización de una Escuela Superior de Estudios de Ética, así como un Observatorio Social de la Provincia de Cabo Delgado.
De manera particular, tanto en Metoro como en Pemba, en estos últimos años las Hijas de Jesús hemos podido practicar el ministerio de la consolación y ser bálsamo, acompañando y buscando medios de subsistencia para las víctimas del conflicto armado que se vive en la provincia desde hace unos años.
En Maputo hemos colaborado con la Comisión Episcopal de Educación Católica y en la Comisión Episcopal de Justicia y Paz. Hemos podido hacernos presentes en el Seminario de Teología dando clases y ha sido importante el trabajo con la Vida Religiosa, sobre todo con novicias y junioras.
En estos momentos, la Congregación nos pide pensar algo nuevo que pueda consolidar la presencia congregacional en África y esperamos poder colaborar también en eso. Ponemos en manos del Señor el futuro de nuestro carisma en este continente. Que, si es Su voluntad, nos bendiga con vocaciones nativas que nos ayuden a “echar raíces” y que el carisma se extienda por todo el continente.
África, Mozambique, ¡felicidades! Muchas gracias por lo que nos has dado y por cómo nos vas modelando.
Hijas de Jesús en Mozambique