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Motivación, ¿problema o solución?

abril 4, 2017

Cuando se habla de la motivación, o mejor, de la falta de ella en el ámbito escolar, normalmente es para designar una de las causas más frecuentes del fracaso académico del alumnado. Pero, realmente, ¿esto es así?
Pensemos que un niño de Infantil está deseoso por acudir cada día al colegio. Vive su proceso de aprendizaje como una gran aventura que está llena de sorpresas. No obstante, ese mismo estudiante, con el transcurso de los años, puede perder el interés por acudir al colegio al no sentir ninguna emoción por lo que hace en él. 
Si los alumnos no son capaces de encontrar por sí mismos el estímulo necesario para aprender, es tarea de todos –padres, profesores y alumnos– buscarlo, fomentarlo y educarlo. No nos engañemos, este proceso es lento y costoso, pero la solución tiende a estar más cerca de lo que creemos e intrínsecamente ligada al problema, ya que la motivación puede ser el problema pero también la solución.
Como docente, este tema me preocupa desde hace años. Por este motivo, estoy introduciendo en mis aulas la gamificación –estrategia educativa que consiste en usar técnicas propias de juegos–. La finalidad que busco es poder influir en el ánimo de mis alumnos para que se acerquen al currículum de una manera lúdica. Esta práctica me está permitiendo crear momentos novedosos donde intento acrecentar su interés por aprender. Introducir un código secreto antes de acceder a la sala de investigaciones –aula–, buscar pistas para resolver casos o utilizar coordenadas geográficas para encontrar a un sospechoso, son solo algunos de los recursos utilizados que me ayudan a cambiar la forma e ir modificando el fondo del problema.
Misión Clío 2000 es un proyecto que nació precisamente de la necesidad de cambiar la manera de impartir clase a los alumnos de Geografía e Historia de 1º ESO. Para poder llegar al alumnado fue muy importante la construcción de una narrativa que explicara qué se iba a hacer durante un curso sin desvelar ningún detalle de las actividades diarias. Así surgió el Centro Internacional de Espionaje que se puso en contacto con los alumnos, agentes especiales que podrían convertirse en espías, si conseguían realizar correctamente diez misiones secretas. En este proyecto no existen los temas sino las misiones y no hay que hacer tandas interminables de ejercicios sino prepararse para superar retos. La recompensa a un trabajo bien hecho son los puntos, insignias y vales. Estos premios estimulan su creatividad y aumentan las posibilidades de éxito individual y grupal.
Como profesional de la Educación, creo que debo seguir el consejo que se trasluce de la tercera acepción del término “motivar” del diccionario de la Real Academia Española (DRAE): “influir en su ánimo”, para despertar primero su curiosidad y más tarde su interés por hacer algo que realmente les resulte entretenido y útil en sus vidas y por lo que merezca la pena invertir tiempo, igual que cuando estaban en Infantil.

Mª Ángeles Sánchez Puerto
Profesora de Geografía e Historia de Secundaria en el colegio Sagrado Corazón – Hijas de Jesús (Salamanca)

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