Es nuestro día, comunicadores y comunicadoras. ¡Felicidades!
Celebramos la L Jornada Mundial con la alegría festiva y también con el compromiso de seguir anunciando la vida a través de tantos medios como hoy tenemos a nuestro alcance. Pero es un compromiso que aceptamos con ilusión porque nos sentimos puente para unir orillas, para facilitar encuentros que sean humanos, porque los recursos técnicos, como tantos otros medios, podemos usarlos y aprovechar toda su potencialidad, para sembrar y promover bondad, alegría, belleza y tantos otros valores; pero sabemos que la ambigüedad de esas mismas herramientas puede darnos resultados negativos.
Se trata de elegir, de comunicar, de trasmitir mensaje y no solamente informar; a veces asistimos, entre admirados e inquietados, al vaivén de noticias que nos llegan cada día pero también aparecen criterios de selección y sobre todo categorías: no es tanto lo que sucede, con las repercusiones que puede tener a nivel local y/o mundial, cuanto qué tratamiento se da a lo que va ocurriendo.
Hay noticias dramáticas que pasan enseguida llevadas por el viento de otras que son más “interesantes”, otras veces según el lugar dónde suceden las desgracias tiene su reflejo en el modo y tratamiento, en el olvido de las mismas y casi en la ausencia. Y a su lado otras quedan en la penumbra. Y en unas y otras hay vidas humanas en juego, dolor, muerte, destrucción …
Y la pregunta que permanece siempre es: ¿informar o comunicar? ¿qué trasmitir y cómo hacerlo? La misericordia a la base para que nuestra comunicación sea fecunda, produzca vida allá donde haya muerte.
Ya nos los recuerda el Papa Francisco en su Mensaje para este día, sobre el que reflexionamos ya en nuestro encuentro:
“También los correos electrónicos, los mensajes de texto, las redes sociales, los foros pueden ser formas de comunicación plenamente humanas. No es la tecnología la que determina si la comunicación es auténtica o no, sino el corazón del hombre y su capacidad para usar bien los medios a su disposición. Las redes sociales son capaces de favorecer las relaciones y de promover el bien de la sociedad, pero también pueden conducir a una ulterior polarización y división entre las personas y los grupos. El entorno digital es una plaza, un lugar de encuentro, donde se puede acariciar o herir, tener una provechosa discusión o un linchamiento moral.
Pido que el Año Jubilar vivido en la misericordia «nos haga más abiertos al diálogo para conocernos y comprendernos mejor; elimine toda forma de cerrazón y desprecio, y aleje cualquier forma de violencia y de discriminación».
Y esto podemos aplicarlo a la realidad cotidiana, en nuestros colegios, en diversas asociaciones o grupos donde estamos, en las familias y comunidades, en el deporte, en la diversión, en la vida socio-política, cultural, económica, religiosa,… ahí suceden las noticias, ahí se teje la información y/o comunicación, y nosotros estamos siempre atentos con los ojos y oídos receptivos para que nada se pierda pero después nuestro corazón va seleccionando las páginas, el formato, los titulares, la extensión de los caracteres, el vocabulario, el tono… todo lo que convertimos en noticia que vale la pena comunicar con esos criterios de “promover el bien de la sociedad” …
Nos felicitamos mutuamente y renovamos nuestro compromiso muy ilusionados por lo apasionante que es, para continuar unidos en este camino que tantas posibilidades nos ofrece como riqueza personal y para seguir comunicando vida y humanidad.
María Luisa Berzosa FI