Resonancias de un corazón: Rosanny Martínez nos cuenta su experiencia como guía en los campamentos Abriendo Sendas sin Fronteras.
Dios me permitió vivir cada una de las etapas del Campamento Abriendo Sendas Sin Fronteras en los años correspondientes, culminando así con la tercera en el 2015. Cada experiencia es única y verdaderamente ninguna se parece a la otra aunque si sean consecuentes.
Este año tuve la gran oportunidad de pertenecer al equipo de guías que iba a acompañar a los chicos de primera etapa.
Después de un largo recorrido de dudas, cuestionantes e inseguridades,… estar en aquel lugar con esos jóvenes, me hizo recordar mi razón de ser, el punto de partida de mi felicidad.
No existen palabras con suficiente valor denotativo que pueda emplear para describir con exactitud todo lo que sentí en esta ocasión, pero haciendo un esfuerzo, nunca mi ser se había sentido tan completo como allí.
Pude darme cuenta de que existe en mí el deseo de amar y servir, de ayudar a los jóvenes como yo, a dejarse encontrar y encontrarse.
Percibir como una vida de la mano de Jesús adquiere todo el sentido que desde siempre hemos estado buscando pero sobre todo como Él existe en lo mas mínimo de las cosas; como siempre ha estado con nosotros en cada momento de tristeza y alegría y como ha estado reflejado en aquella persona que nos brinda su ayuda para aceptar esa parte de nuestra historia que tanto nos cuesta.
Muchas veces lo que nos hace falta es sentirnos útil, y verdaderamente en esos cuatro días, así me sentí. La felicidad que arropaba mi ser cada momento en el que estaba reunida con mi grupo de chicos, con el equipo de guías y con todos los jóvenes de la etapa, por más que intente describirla, no podría.
Sentir la simple manifestación de aprecio por medio de un abrazo o un voto de confianza no tiene el precio. Solo Dios y yo conocemos lo que sentía cada mañana al sentirme allí, parte de una nueva familia que por más cosas que vengan, no olvidaré ni renunciaré.
No volvamos “Abriendo Sendas Sin Fronteras” el simple campamento que con ansias esperamos llegue todos los años, solo con el fin de reunirnos con aquellas amistades que en el creamos, permitamos que Abriendo Sendas Sin Fronteras sea un estilo de vida que nosotros, los elegidos tenemos la oportunidad de llevar. Que sea un medio de descubrir el llamado de Dios a colaborar con su reino en la tierra, un boleto vip a la felicidad, un buscar el amor verdadero en nosotros, un dejarnos llevar por su gracia.
¡Jóvenes! que las máscaras no coincidan más en nuestro rostro, que nuestro objetivo principal sea ahora, aceptar nuestra historia y descubrir que nuestro Dios, el Dios de la vida ha estado y siempre estará en ella. Es hora de empezar un nuevo caminar aceptando pues que somos muestra viva, constante y eterna de un Dios amoroso y que de paso este camino les permita crecer tanto espiritual como personalmente y así puedan abrir sendas sin fronteras.
Señor, danos el valor para dar nuestra vida, sin miedo,
por lo que de verdad merece la pena.
Danos un poco de tu locura para gastarnos
por los demás y encontrar así la vida verdadera.
Bendiciones!
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