Este lunes 12 de septiembre se ha vivido, en la comunidad de la Curia general de Roma, una jornada muy especial. Como había anunciado la Superiora general en su circular nº 25, se hacía efectivo el cambio de Secretaria general.
Desde primeras hora de la mañana el ambiente era festivo, mezcla de alegría y nostalgia. La capilla, bellamente adornada, reflejaba la emoción del momento. En la Eucaristía Gloria Albiac tomaba el relevo que le pasaba Ana Baeza en este servicio tan necesario para el buen funcionamiento del Gobierno.
Gratitud, disponibilidad y ayuda son las tres palabras que se destacan en esta jornada.
Gratitud en Ana y en Gloria; gratitud de la Superiora general a cada una, pero también gratitud expresada por toda la comunidad. Los motivos variaban según quien lo expresara pero los sentimientos eran unánimes.
La disponibilidad, tan nuestra, no es una disponibilidad ciega, es sentida, libre y responsable, y es aceptación del envío cuando se recibe. Es además disposición permanente. Esta virtud estaba presente con mucha fuerza. Tanto Ana como Gloria tenían, a ojos de todas, circunstancias familiares para objetar. Pero ambas acogieron esta gracia de ser disponibles y la pusieron al servicio, junto con los otros dones que completan su perfil para esta labor.
Finalmente, ayuda. La Secretaria está llamada a ser una «ayuda» para la Superiora general, como su «memoria y manos». La gratitud por haberlo sido fue manifiestamente expresada, así como la petición del Espíritu para que Gloria pueda serlo. Al fin y al cabo, todas estamos llamadas a ser «ayuda»: de unas para con otras, hacia otras personas, a las que trataremos como «hijos» e «hijas».
Cuando vivimos así los relevos o los cambios, normales pues el cambio es propio de la vida, expresamos la viveza y alegría de nuestra vocación.
La comunidad de la Curia