He venido a Ayete para acompañar a las HH mayores.
Y es al revés: me siento tan acompañada… me siento tan Congregación, tan Hija de Jesús… vital y en el Espíritu.
Es tan densa la vida de estas HH…! ya nos lo dijo Jesús. Las conocemos por sus frutos. Frutos granados. Una vida así no se improvisa.
Es verdad que la curva biológica desciende; que se oxidan no sólo las articulaciones; también las neuronas cerebrales. Y la memoria y la atención y la lógica cotidiana desfallecen con el paso del tiempo. Y hay chocheces y malentendidos y manías y desvaríos.
Pero las raíces, el hondón del alma deja traslucir una presencia especial de nuestro PADRE DIOS. Un seguimiento radical a Jesús. Un entregar la vida… “por muchos”.
Edades? Pues… hasta los 100 y 102 años.
Y diversos niveles: las plenamente autónomas que caminan sin apoyos.
Empieza ya la dependencia al tener que usar la cachava. Después el andador. Y la dependencia es total, cuando anclada ya en silla de ruedas te llevan; o yaces en el lecho del dolor.
Es tan densa todavía la vida de estas HH…!
Es verdad que algunas coincidieron con primeras Hijas de Jesús, compañeras de la M. Cándida. Bebieron del hontanar carismático. Recogieron y nos pasaron la antorcha.
Y simplemente han vivido “verdaderas Hijas de Jesús” , connaturalmente.
Han hecho posible “…una Congregación de amor, de unión, de verdadero y fructífero apostolado”
Como los primeros testigos de Jesús vivían el evangelio, la buena noticia de Jesús, antes de que se escribieran los evangelios. Analógicamente algo así, ha debido acontecer.
Ellas vivían aquella intuición del Rosarillo, canalizada en las Reglas y Costumbres, con la sencillez y alegría de los anawin.
Después, vinieron los textos, la riqueza de todo nuestro patrimonio espiritual, también al soplo conciliar del ESPÍRITU.
Es tan densa todavía la vida de estas HH…!
Verdaderas Hijas de de Jesús, verdadero y fructífero apostolado, sus vidas entregadas, han hecho posible la Congregación que hoy es.
Aquí y allende los océanos, en otros continentes; fueron ellas las que fraguaron el anhelo de la M. Cándida… al fin del mundo iría yo en busca de almas… Como ella: siempre en salida, en búsqueda.
Son la energía del Espíritu para nuestra Congregación. Raíces en esta tierra nuestra, que nutren la savia congregacional. Cimientos que sostienen el edificio. Las raíces no se ven. Tampoco los cimientos. La hojarasca la bambolea el viento frío; la fachada caería sin ser sostenida.
No hago más que mirar, contemplar esos labios que musitan rezos, esos dedos inertes ya, que aprietan y estrujan el crucifijo de su desgastado rosario. Ese cabecear largo delante del Sagrario. Esa mirada, sin ver quizá, pero profunda, cuando la conversación deriva por los derroteros de Dios, los sufrimientos y avatares humanos, la Virgen, Jesús, la Congregación, nuestra misión aquí o allá… Qué interés y cómo lo viven!
Y es normal que traigan a la memoria vivencias de antaño. Esas vivencias son estratos históricos del devenir congregacional. Escucharlas hace bien. Nos adentra en nuestro modo de ser y proceder. De estar en el mundo.
Y qué synergias todavía: cómo se ayudan. Algunas sólo preocupándose por las demás, o pelando la fruta a la que ya no domina el cuchillo, o acompañando, o tirando de la silla de ruedas cuando la auxiliar está ocupada. Cuidando las flores que cultivan con esfuerzo y esmero; qué centros de flores en la capilla y oratorio! O fraternizando jugando a las cartas. Alternan los ordenadores, que les mantiene en relación, con el ganchillo que no olvidan.
Otras visitan la cárcel o tienen sus contactos con rumanos u otros desplazados. Hasta la parroquia llega su vocación apostólica
También una dimensión artística está presente en esta comunidad. Nuestra M.Cruz Báscones, volcán de creatividad y energía, a sus 80 añitos, sigue editando libros y exponiendo sus esmaltes en diversas salas… El Cantar de los Cantares, el Padre Nuestro, Las Bienaventuranzas, El Apocalipsis… No se le pone nada por delante. Su taller es el paradigma del artista. Las que entramos ahí, no sabemos dónde poner el pie; pero ella tiene otro principio de orden… y sabe dónde tiene cada cosa.
Ahora expone una colección de esmaltes, el MAGNIFICAT, Museo de Arte Sacro en Bilbao.
Pero es que la casa misma es una exposición de óleos o esmaltes. También esculturas modeladas en barro.
Es tan densa la vida de estas HH…
El Reino de Dios no es cuestión de biología, sino de fe, esperanza y amor comprometido; de las piedras pueden surgir hijos de Abraham.
La historia bíblica lo hace notar: Abraham, Sara, Isabel… en la raíces secas, el brazo extendido del amor de Dios realizó la salvación. En Dios no hay tiempo. Creo que sigue realizándola.
Antes, en nuestros catálogos, en el apartado de las tareas de la misión, a las HH que estaban sin fuerzas sociales o enfermas, se les adosaba esta declaración: “ora por la Congregación”
He venido a acompañaros… y me he sentido tan acompañada!
Teresa Zugazabeitia FI
San Sebastián, 24 julio 2017